el ejercicio de la verdad
Si dijera el trinquilinquin de los trinquilinquines, no se que pasaría. Nada bueno en todo caso. En la época de los asados con el Chile, cuando hacía eso, la gente que me había oído, al día siguiente estaba espantada y evitaba cruzarme.
Además, ahora, una interposición eléctrica que pestañea "cerrar" me obliga a cerrar.
Es el tema confesional y la relación entre unos dedos manuales gruesos situados en lugares aunque recordados, no conocidos.
Lo que obliga a cerrar es una insinuación, algo así como "Si no la cortás, explotamos". Una justificación cobarde para no avanzar en el conocimiento que, brutalmente, usa texto aburridor a regacincha, sea este manual o bucal.
Geniol buraco. 1999.-
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