El horror de la esposa del sicoanalista
Honestamente, Herman le vendió a un sicoanalista amigo suyo, mi dúo. El sicoanalista estaba encantado con la pieza. Le pagó a Herman y Herman me pagó a mi. Todo era sencillo y llano.
A la semana Herman me llama: "Hubo un problema Yoel. Mi amigo estaba chocho con la pieza, la llevó a su casa. Pero, cuando la esposa de mi amigo vió la escultura, empezó a contorsionarse, hechar baba por la boca, a maldecir a sus propios ancestros... Gritó: ¡Saquen ese horror de mi vista!... Y mi amigo me devolvió la escultura". "Qué mambo. Y ahora ¿hay que devolver la guita?". "No. Yo pensé cambiarla por el barquito... Agregando unos mangos por supuesto". "Ajá"...
Dúo. 2009.-
A la semana Herman me llama: "Hubo un problema Yoel. Mi amigo estaba chocho con la pieza, la llevó a su casa. Pero, cuando la esposa de mi amigo vió la escultura, empezó a contorsionarse, hechar baba por la boca, a maldecir a sus propios ancestros... Gritó: ¡Saquen ese horror de mi vista!... Y mi amigo me devolvió la escultura". "Qué mambo. Y ahora ¿hay que devolver la guita?". "No. Yo pensé cambiarla por el barquito... Agregando unos mangos por supuesto". "Ajá"...
Dúo. 2009.-
0 comentarios:
Publicar un comentario