LA MANO QUE APRIETA

miércoles, 16 de enero de 2013

masividad cinematográfica

Duración; seis minutos y medio.
En un principio (principio avanzado) se trataba de ver cine, comiendo, tomando cerveza, fumando mariguana. Tres películas con dos intérvalos era un ideal existencial: dos porros y cuatro litros de cerveza. Las películas no importaban. Lo importante era que cambiaran todos los días. Claro que de jueves a domingo los cines mantenían un programa de dos películas (estrenos). Entonces la ciudad era más inhóspita y sombría pues faltaba la ilusión, el humito elevándose en el haz de proyección. Como fuera, la situación era secreta (Ciudad de México).
Un par de décadas después, aquel bagaje se trasladó a un consumo exagerado de videos dentro del cuarto propio (Buenos Aires).
Ambas pasantías clausuraron y hoy utilizo el sistema de películas por cable para dormirme.
El otro día con Lola bajamos "Metrópolis" de internet y me extrañó no recordar lo que veía con mi hija, pues esa película la había visto hace cosa de 50 años.
O sea que todo el cine que ví fue como ver una sola película, y olvidarla.
No es así, pero tampoco como me parece que fue.

Broches de colores sobre la Agenda53.

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