LA MANO QUE APRIETA

martes, 12 de junio de 2012

quiere usted bailar

Nunca aprendí. El foxtro y el pasodoble me resultaron inalcanzables. Al vals creí  llegar pero no fue más que una ilusión. Y estamos hablando de bailes sencillos. Cuando llegó el rock si bailé porque lo hice como macumba con bemoles y entonaciones.
Nunca aprendí a bailar. Aprendí a hacer teatro, a enfrentar a un público. Generalmente en estos casos nunca se sabe cómo se van a resolver las situaciones y llevarlas adelante es el teatro en sí. Con  esta disciplina incorporada cuando me tocó que me invitaran a bailar, primero me disculpé y luego bailé, bailé asombrando a los que me veían por lo mal que lo hacía.
Ayer, di uno de esos pasos de baile frente a dos policías: resbalé y me estrellé de narices contra la vereda. Traía conmigo un sachet de salsa de tomate que estalló. Entomatado, colmado de coágulos rojos, me erguí y saludé a los agentes del orden que estaban paralizados. "No es nada -les dije- es que voy a preparar una polenta con salsa". Como los ví compungidos, agregué "Yo a la polentita cuando está bien caliente, le agrego dados de queso fresco". Recogí lo que pude de la salsa y haciéndoles un guiño de rechupete, seguí mi camino.   

Cuarderno de recortes 2.

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