LA MANO QUE APRIETA

miércoles, 4 de abril de 2012

trulitrul

Por un lado dos grandes tormentas se cruzan. Entonces en el parque Rivadavia cae granizo y el viento derriba árboles, mientras que aquí a veinticinco cuadras del Rivadavia, está soleado entre nubes. Por otro lado, la asunción del poder mediocre es un bochorno. Prefiriría el diluvio universal. ¿Qué tendrá que ver una cosa con la otra? Las  tormentas se asumen, son acciones de dioses que escapan a la comprensión. Lo otro como no fue combatido bélicamente, domina la situación social y sus representates creen en sí mismos amparados por un refrán: "Siempre que llovió, paró".

Charlie Manson en estos días: Clarín. 6 de abril de 2012. Pág. 35.-

comentarios:

supongo que la tormenta sucedió después que paró la lluvia. A través de las ventanas blindadas se pudo ver a un montón de vecinos de capital federal volando en torbellino entre containers y automóviles.
Luego, como usted dice "... después que llovió paró". Pero cuánta demolición de arquitecturas vanas... ¿verdad?
supongo que esto volverá a repetirse, pues siempre que paró, volvió a llover y el viento derribó paredes de treinta centímetros de grosor.