LA MANO QUE APRIETA

martes, 20 de diciembre de 2011

Después hablaban dello.

Que sea uno el que se autodescubre, es una cuestión de principios. En el descubrimiento del otro hay un oficio oficialista a cargo de oficiales que descubren a los demás cuando esos demás son plaga ("¡Se viene la langosta!"). En la jerga del comercio artístico le dicen a ese avisoramiento, a ese conceptuar sin catalejo: "ponerse a tiro". Gombrowicz iluminado por la misma ginebra Bols que el Chileno usaba, se servía de la mira telescópica de un rifle para descubrir talentos en lotananza. Lo difícil era acertarles mientras los no descubiertos seguían sus cursos, sus búsquedas de culos horizontales en los horizontes. Oscuros bamboleos nocturnos apenas marcados por la pitada de un cigarrillo sin luna, mientras los balazos de los mecenas pasaban cerca o acertaban.

Cuaderno Phillips. 1980.-

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