LA MANO QUE APRIETA

jueves, 31 de marzo de 2011

Inmensidad de las pampas.

Cuando la pampa se hace viaje, no termina nunca. Se convierte en otra cosa, pero terminar, no. Es para siempre. Cuando en 1968 me desprendí de Buenos Aires en tren hacia Santiago de Chile, la pampa era espantosa, el traqueteo sucedía a través de horas, días, meses, años... y el paisaje de pastos secos o verdosos seguía colmando la ventanilla del vagón, como un castigo. Y al llegar a Santiago de Chile, con Marta y todos los bultos, nos sentamos en un bar y con la intención de tomar un café, llamé: "¡Mozo!" y el mozo me recriminó: "Mozo no... ¡Garzón!". Habíamos cruzado los Andes, esas montañas habían convertido a Marta en loca afiebrada, habíamos tergiversado aduanas, iniciado imposibles y sin embargo la pampa seguía, inarrancable como una enseñanza no buscada. Foto: Oski. 2011.

comentarios:

No es correcto llamar Garzón a Gascón o a Gorriti.Es simple,un mosaico,mozo,pero Garzón,jamás...salvo que exista el conocimiento previo del apellido del mentado.
Por otro lado la inmensidad de las pampas,donde queda...es aquí,alla..quedo intrigado