LA MANO QUE APRIETA

viernes, 29 de octubre de 2010

Llevale a Silvia el queso para la pizza.


Libros entre espejos, librejos, tiempos viejos hasta la media tarde.
Qué carajo
Es que luego, hacia la noche, esto se llena de gente.
Aunque las discusiones comiencen desde temprano,
discusiones gramaticales que no se resuelven por más balazos que incentiven los discursos.
A nadie se le ocurre que hay que dormir,
nadie piensa en ello o aquello.
Y los libros son tenues, increíblemente inalcanzables pues nadie se pone a leerlos porque casi nadie es idiota de nacimiento, idiotismo que se logra viviendo en democracia, estudiando y comiendo polenta con flores del bosque.
El doctor Pandolfo, el doctor citado en libros inéditos, mientras su juventud se icineraba, usaba los libros para fotografiarse con ellos. Los había leido de niño y después creía en ellos mientras que sus compañeros de tobogán, no.
Como sucede habitualmente, el borrón no abre otra cuenta, aunque los libros se compren y se vendan.

Fotograma de una escenografía de la película argentina, protagonizada por Elina Colomer, "Escándalo nocturno". 1951.

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