LA MANO QUE APRIETA

jueves, 23 de septiembre de 2010

Tránsfuga.


Mejor que rememorar es prometer irracionalidades.
Allá lejos, había un inspector de calidad textil que usaba un cuentahilos, especie de monóculo cuadrado para aceptar o rechazar los tapizados del automóvil Di Tella. El hombre cantaba degeneradeces humanas con voz clamorosa. Cantaba para amenizar los tiempos de estadía en la fábrica de Monte Chingolo.
Aquella fábrica cerró a mediados del siglo pasado (decáda más década menos), pero el inspector textil que imitaba a Atahualpa Yupanqui y yo, seguimos trabajando allí, marcando tarjeta al entrar y al salir.
A mi, acaban de transferirme a la sección de Metrología, departamento climatizado a 20 grados centígrados, para realizar mediciones de precisión.
Después de mucho soñar, he decidido escapar.

Collage 1980.

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