LA MANO QUE APRIETA

martes, 27 de julio de 2010

email a Eduardo, el diseñador de la estadía de Santiago nel Hogar San Martín.

Hoy fue un día memorable, con una "fumigada" que no llegó a tal, pues nos conformamos con un poco de veneno en polvo quel mismo Santiago se encargó de distribuir entre sus pertenencias, dejando la "fumigada", incluido el "cebo" a tus movimientos post miercolinos, a tu regreso al Río de la Plata.
En los interines de la "dulcificación" de Santiago, la sicóloga se asomó al cuarto y vió la pululación de cucarachas. Se horrorizó, las veía salir de todos los subterfugios quenel cuarto matrimonial del Sergio y la Santiaga, parecían infinitos (miles de millones de cucarachas pequeñísimas). Consideré: "Pensemos que las cucarachas son una especie vital, como la humana". "Si, pero hay que eliminarlas". Y canchera en el exterminio de especies, agregó: "Consígase un aerosol y un cebo. El aerosol mata a los bichos superficiales y el cebo los atrae y mata los rastros". Le di un gesto de aceptación y todo quedó en cumplir la palabra.
Yo ya le había prometido a Santiago llevarlo a la parrilla a almorzar, entonces él: "Dale Óscar, rajemos a comer". "Pará, que tenemos que fumigar" "¡Qué fumigar ni que carajo! Vamos a morfar. Fumigamos después". Vos y yo sabemos que Santiago come poco, quel organismo no le dá, pero los olores son una fiesta. Al alcohol ha renunciado honradamente. Lo convencí de las primeras necesidades y fuimos primero a Easy y luego a Carrefour, porque en ambos gigantismos no había "cucarachicida" ni "cebo". Nuestra entrada a tamaños supermercados era encarando a los policías que nos veían llegar, postulando: "Necesitamos cucarachicida". Se habrán pensado que lo buscábamos para ingerirlo. Igual, los cuestionados indicaron las posibilidades que al resultado, tuvimos que conformamos con un pomo de polvo venenoso que avisoró Santiago: "Mirá Óscar, esto mata todo y sale 19 mangos". "Dale", y nos fuimos con el sorete de plástico a pudrir el hábitat de las cucarachas que según uno de los libros que me dió Santiago en la ocasión, el "Fauna Argentina Saint" de Juan Bréthes, dice: "Biaptica dubía... animales dañinos y desagradables -seguido informa algo de las cualidades destos seres perdurables que conocemos y termina- Tienen extrema agilidad y expiden olor desagradable".
Visité a la Sergia: Más dócil cada día. Me preguntó por Santi. Entonces le dí bendiciones y salutaciones. Había un montón de mujeres más enloquecidas que Sergia que esperaban una visita semejante a la mia, entonces al irme saludé en general y antes de salir, escuché: "A mi no me saludó ¿Quién es?" Entonces abrí la puerta que había cerrado y saludé al antro de abuelas medicadas. Solo una estaba atenta a mi saludo y lo correspondió con asombro hosco, casi con odio.
Con Santiago: "¿Cómo está Sergia?". "Divina. La bañan. La peinan. La medican"...
Con la asistencia social: "Quería decirles que cuenten con mi respeto y apoyo".
El hogar era un mar de sonrisas. Un maremagnun que daba a confusiones, desas que culminan en cariños espontáneos. Todo dentro de un orden ajeno a mí.
Okey. Fuí con Santiago a la parrilla, a media cuadra del hogar. Nos sentamos y atisbando las posibilidades de algun chorizo, molleja, etc., se demoraron en atendernos. Se demoraron tanto que entré a encarar a los dueños: "¿Hay parrilla?" "Si". "estamos esperando". "Bueno". Volví con Santiago y se siguieron haciendo esperar: "Vámonos Óscar. Aquí nos vieron la pinta y no nos van a atender". El local tenía apariencia de "para turistas", aunque aunciara "choripán y morcipan $7". "Vámonos".
Santiago me llevó por la zona que viene recorriendo desde hace un año. Un bordeo a La Agronomía, donde me confesó que jamás entró a pasear con la Sergia "Si serás boludo". "¿Y qué querés?"... Recién al final de La Aqronomía exclamó "¡Cagamos! ¡No está!". Evidentemente se refería a una parrilla clandestina que se armaría sobre las veredas para comer de parado "Pero... ¡Qué importa eso!"
En fin, no había parrilla y recalamos en un barcito donde conseguimos un par de huevos fritos sobre papas fritas para Santiago y una costillita de cerdo para mi. Él Coca Cola, yo una cerveza. Críticas al destino. "¿Porqué todo esto?" Asunción que Sergia está en otro lado. Que él es más actor que yo (se mostró sociable con todo el Hogar, acompañando esas sociabilidades con una gesto cómplice hacia mi "MIrá lo que tengo que hacer").
Final. Lo dejé camino al tuerto a buscar su remesa y promesas de reencontros.
Yoel

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