LA MANO QUE APRIETA

sábado, 10 de julio de 2010

bajar el altavoz a trompadas


El arte de romper las pelotas no se aprende en las academias de teatro ni en las calles. El paso del tiempo es inaudito y la alegría es una mano ajena en la cintura, o el desdén, el andén, el tren.
Tampoco es cuestión de vociferar lo que a uno le parece tal o cual recuestión (teoría del requisito).

Foto intervenida. 1981.

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