LA MANO QUE APRIETA

martes, 6 de abril de 2010

Los huevos son los huevos.

En el adulto ha medida que adultece, el escroto de sus testículos se estira cada vez más, perdiendo paralelamente su capacidad de compresión (apretujamiento semántico).
Los colgantes,
los badajos en trío zarandeándose entre el péndulo de Foucault y la ley de Newton,
los sordos badajos sacudiéndose -calzoncillos mediante- contra las piernas del niño que se ha hecho hombre.
Sucede entonces la chuequés impositiva, la agregada, la que acompaña los pequeños correteos que generalmente conducen a mear. Las piernas se van pareciendo a una herradura de caballo con huevos al medio.
Contraluz.
En el adulto que adultece, sucede el adulterio climatizado donde anochece y amanece más temprano.
Poco importa, mucho importa...

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