LA MANO QUE APRIETA

domingo, 21 de marzo de 2010

piove

El día se oscurece de repente. Prendo una luz artificial. Apago la luz artificial. No quiero ser repelente ni energúmeno, empedo soy criado largo por este sistema mierda social, y si no prendo la luz no veo un joraca.
Los techos son golpeados por espesas gotas de agua que al voleo dan un pesaje de 25 gramos cada una.
Techos parlantes.
Guillotinas usadas que los cartoneros recogen de los contenedores de basura.
El principio de la oscuridad pareciera ser para siempre, sin embargo los parásitos que embargan ilusiones y que son empíricos, se inflaman, pues saben que la lluvia arreciará o parará y que sea como sea, todo se iluminará...
La lluvia va y viene.
Sin validar mi artrosis, sacudo la pandereta a través de veloces escaleras y pasillos cubiertos por las oscuras nubes del firmamento.
Recién empieza el día y no estoy en pedo, siquiera soy alcohólico.

0 comentarios: