LA MANO QUE APRIETA

martes, 23 de febrero de 2010

mail a Oski sobre los tramapunchi del parque

Todo parecía marchar... Digamos así: "marchar", tal vez como en su momento anduvo el diario "Marcha" en Uruguay...
De pronto, Jota me llama desde su celular del parque (domingo) : "Decile a ese anormal (el tuerto) que saque los bultos de mierda que tiene alrededor del puesto porque mañana viene una camioneta de la municipalidad y se van a llevar toda la merca. Hace meses que le están avisando... Y a Santiago que esté allí cuando llegue la camioneta porque viene con los inspectores". El motivo del operativo, ya lo conocemos: el escandaloso aspecto villero conque el tuerto acomoda los libros alrededor del puesto. La estética municipal no gusta de atavismos.
Yo estaba recién llegado de Entre Ríos, con la luz cortada, Lola durmiendo con una instalación eléctrica precaria y peligrosa... No moví un dedo por la movida Santiaga.
Al día siguiente Jota me llama de nuevo, me dice que habló con vos, que ahí se enteró que estabas en Uruguay y que le dijiste que el tuerto agarrara un flete y limpiara todo. Se lo habrá dicho, pero fue una transmisión inútil.
El domingo hubo un mega operativo municipal y los empleados llenaron de libros y bártulos del tuerto, una camioneta. Levantaron un acta. El titular del puesto (Santi) no se encontraba y no se quién firmó, si es que alguien firmó algo.
Un mundo de mierda.
Se llevaron una camioneta llena desa valiosa mierda, entonces el tuerto distribuyó lo que le quedó apretado (pensando "en vender algo") e inmediatamente el puesto volvió a tomar el mismo aspecto villero expansivo de antes de la acción municipal.
Gran efervescencia.
Varios puesteros amenazaron con tirar ellos toda la mercadería del tuerto al medio de la avenida Rivadavia, Jota los contuvo y me llamó de nuevo por quinta o sexta vez: "Por favor Yoel, hacé algo, no hablés por teléfono con el tuerto. Vení al puesto y mirá qué es eso. Hacé algo porque este fin de semana la municipalidad clausura" "Ta bien -contesté- Mañana paso y hablo con el tuerto".
Hoy por la mañana temprano me aparecí y no había nadie. Una mujer que atiende el puesto de Miguelángelo el diarero, conversó conmigo, se mostró asqueada con el tuerto, dijo que no le dirige la palabra y yo le conté cuentos. A la media hora aparecció el tuerto. Entonces le hablé. Le hablé interrumpiendo sus filosofías súbitas que parecían recursos de amparo: Que a Jota lo conoce desde que era un niño, que no dispone de un depósito adonde llevar los libros, que en su casa no entra un solo libro más, que si yo le decía, ahí mismo levantaba todo y dejaba la ayudantía con Santiago, etc.:
"No se si hoy mismo, pero hay un par de puesteros decididos a meterte la cabeza nel culo. Quieren partirte la columna y asfixiarte en tu mierda. También tienen la idea de que mientras uno te sujete los brazos, otro te cubra la cabeza con polietileno. Te acusan de que por tu desorden ahora la municipalidad ataca los desórdenes de los demás. Bocinando, jodés a otros en su laburo. Si esto sucede, si le llegan a clausurar el puesto a Santi, ni Jota ni yo vamos a parar esa mano. La verdad no se que decirte. Por ahí ganás tiempo si rajás del país. Yo que se..."
Miré arriba del puesto, lleno de bártulos X. "¿Qués eso?" "Un montón de cosas, maderas, chapas, etc. que voy juntando por si hacen falta". "Listo, nada deso te va a hacer falta. Tirá todo y no dejes nada, aunque sean cosas útiles. Después meté todo el librerío allí y dejá el pasillo libre. ¿OK?". Asintió humildemente. "Ponete a hacerlo ¡ahora!". Volvió a asentir y trepó sobre los bultos alcanzando el techo del puesto. Nese momento llegó Santiago a buscar su remesa. "Que te ayude a vaciar Santiago y después aparte de lo que le tenés que dar, pagale por la changa, ¿OK?". "OK".
Antes de irme -tenía cita con un médico del Centro Gallego- ayudé a sacar del techo, entre otras cosas, una cabina teléfonica con todos sus logos.
En un aparte, hablé con Santiago "¿Cómo andás?". "Mal... Si me vieras el culo, lo tengo lleno de mierda. No paro de cagar" "¿Viste al médico del Hogar?" "¡No! ¡Qué carajo!". Y ahí se puso a laburar al pie del tuerto, con mi recomendación de que no hiciera acciones pesadas ni riesgosas.
Antes de irme, lo encaré al tuerto: "¿Me entendiste?". "Si".
Por lo que es, hasta ahora todo quedó en manos de Dios. Más tarde voy indagar...
Vos ¿Qué tal? ¿los robots? ¿Cuándo volvés?
Un abrazo:
Yoel

Scully-Jones. Collage. 1978.-

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