LA MANO QUE APRIETA

domingo, 3 de enero de 2010

siluetas de mujeres a lo lejos, treinta años después del destete

La imagen debe ser anterior, tal vez rescatable de las primeras percepciones, aunque por ese entonces las mujeres eran desde todo punto de vista, cercanas y tangibles. Yo estaba más cerca del destete (1943) que de las ilusiones perdidas.
Cuando cuento estas cosas, generalmente se me ocurre decir "Corría 1973" y este fenómeno ocurrió seguramente en 1974, por no decir 1975, pues el tiempo pasaba volando. Por ese entonces, en la isla de San Andrés en una noche de luna llena, en el horizonte de la delgada carretera de asfalto que bordeaba la isla, vi dos siluetas de mujeres al viento, con vestidos blancos y piernas desnudas sin zapatos. A ellas fui y ha medida que me acercaba, ellas se alejaban. Y aquello era interminable, hasta que de pronto la luna se cubrió y las efímeras mujeres desaparecieron. Me vi solo y loco de deseo, ante el portón del cementerio de San Andrés. Sospeché que las mujeres eran fantasmas y que me aguardaban en la plenitud del camposanto.
Pero no me animé a satisfacerme, no entré al pacífico predio y retorné a la cabaña adonde pernoctaba.
Ahora y desde entonces, cada vez que veo una mujer a lo lejos, me excito. Y cuando me acerco, todo cambia. Generalmente recrimino mi exaltación espontánea, y a veces enloquezco de amor.
Generalmente, cuando las siluetas y yo nos cruzamos, seguimos nuestros caminos, mirándonos o sin mirarnos.

2 comentarios:

este texto esta mucho mejor que otros, sigue así, agregale unos 80.000 caracteres y tendrás una novela, felicitaciones.

Para mi la "novela" es un "nunca más" sin haber sido.