LA MANO QUE APRIETA

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Nueva asimilación literaria.

Entre la gripe zeta y el anacronismo mundial, no se vende un pomo de libros... De libros para leer.
De alguna forma la revolución electrónica es el "¡PAF!", incluso el "¡PIF!" inmediato: El libro digital, la biblioteca infinita contenida dentro de un accesorio de 250 gramos, ya está funcionando y es barata.
¿El libro impreso para leer desaparecerá, así como desaparecieron las películas en videocasete?

La opción surge por su propio peso. ¿Qué hacer con todos esos papeles impresos y añejos?
Ha llegado el momento de que la buena literatura ingrese por el culo y la vagina humana.
Las ediciones en rústica serán las más requeridas. Cualquier libro es enrollable con posibilidades de cono articulado desde su base.
La buena literatura se convertirá en un servicio.
En el Rufián ya se puede empezar a ensayar en el entrepiso. Luego vendrán las camillas ginecológicas y los compartimientos privados.
Tanto el Quijote como el Ulises de Joyce serán bocados no para cualquiera. Asimismo una correcta edición de Los Miserables se aplicará por tomos, uno tras otro hasta completar el término de la genial obra de Hugo.
Necesariamente las ediciones de tapa dura serán mutiladas (extirpación de cubiertas) e incluso estará la opción: "¿Prefiere la asimilación del libro al natural, o con bolsita?"
Por supuesto, los manuscritos estarán a la orden del día y en el caso de que algún poeta haya dejado solamente un par de hojas de su puño y letra, se lo ofrecerá junto a más poetas, bajo la forma de "arrollado antológico".

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