LA MANO QUE APRIETA

viernes, 20 de marzo de 2009

Hoy almuerzo con el Fantasma

Los representantes del pueblo atacan nuevamente, adaptados a la aglomeración de vecinos que mezclan sus almas en una licuadora virtual...
Nunca me sentí "vecino", siempre fui alimaña.
Soy el "hombre nuevo" que va a poner una bomba en el parque Rivadavia pues mi forma de dialogar (hacerme entender y entender a los otros, politizar), es teatral (Yo vi dos monólogos del cordobés Bonino, que en 1967 terminaba sus espectáculos haciendo detonar petardos que sorprendían al público y rompían vidrios) y por eso llamaré la atención. No lo haré para ganar dinero o como haría cualquier arribista del trabajo político. No. Será para preguntarle a los demás: "¿Quién fue capaz de semejante cosa?"... "¿Quién llenó con tanto material explosivo mi puesto?" "¿Quién violentó mi cerradura?" "¿Quién calentó mi cerebro al baño maría?".
Santa María del aneurisma sagrado que perdonas los pecados del mundo, sala la masa encefálica antes de fritarla en la sartén.
Las morgues mundanas están colmadas de cadáveres incontables que se amalgaman en putrefacción (olor de almas) por que aparecieron saqueadores que se llevaron las heladeras.
El hoy es una copia del pasado, cuando el ayer era hoy sin nostalgia. Por aquel entonces mi padre tenía la edad que yo tengo ahora.
¡Recórcholis!, aunque todo queda más claro a la luz de la radiactividad, es demasiado lo cotidiano. Cualquier puñetazo genera radioactividad y deja ver a través de la carne. Faltan cinco minutos para mediodía, pronto llegará el Fantasma de la Ópera, haremos una picada en casa y luego iremos a almorzar a la parrilla de enfrente. Pediremos tira de asado y la observaremos a través de lentillas solares. Beberemos vino barato. Todo fugaz.

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