LA MANO QUE APRIETA

sábado, 17 de enero de 2009

hormigón armado

La antología de Mr. Blog me lleva a un amontonamiento de papel que tengo en la planta baja: autores que editaron sus escritos entre 1890 y 1950, sin pena ni gloria y que fueron notorios creadores anónimos, casi los humanos-arroba de hoy. El uno que contó el viaje de Gulliver no editado, el otro que utilizó tipografía en frío exquisita, para hacer la oda de sus cuescos, el que rememoró prostíbulos sin agua corriente, el que cristianizó a los peces del río de su pueblo natal... De alguna forma, alguno de ellos, en alguno de ellos (Arlt decía que la inutilidad de los libros residía en que ninguno cambiaba al mundo) estaría la llave que Arlt no descubrió, pues en los seres arroba estaría la esperanza perdida de Arlt.
La palabra funciona como cemento fulminante.

2 comentarios:

Terrible verdad, pero las hormigas unidas jamàs seràn vencidas.

Las hormigas son el sentido de la vida.
El hombre aprende dellas aunque intente matarlas.
Me entraron ganas de leer algo sobre el escarabajo de los egipcios.