LA MANO QUE APRIETA

jueves, 22 de noviembre de 2007

sala de espera

El cielo se nubló y no solamente porque el cielo se nublo, la querida puta ingresa a una sala de espera que puede durar varias ejecuciones de penas de muerte postergadas burocráticamente. No solo eso -las nubes y la promesa de chubascos llaman a recapacitar, sea como sea y donde sea-, la difusión de todos los días, las muertes naturales y los asesinatos, el alza del precio de la sangre humana y la vacuna, la inseguridad de los recuerdos, las propuestas que varían mientras se llevan a cabo o no se llega a ellas, que Fernando Fernán Gómez haya nacido en Perú, que los felinos machos trasporten por la vida sus testículos de forma mucho más cómoda que los humanos machos... En fin, pese a ser finitos los motivos que llevan a instalar a la puta novelera en la sala de espera, son tantos los justificativos, que el autónomo renuncia teatralmente a sí mismo y fingiéndose un contador de ovarios, trabaja sobre la esfinge que cobra por sentenciar, bajo techo, sabiendo que haga lo que haga, todo dependerá de la fuerza del sol.

comentarios:

Las putas al sol trabajan con el recuerdo y la nostalgia. De noche se aferran a un imposible, como en el bolero. Botero jamás haría una cosa así. Me encantaría verla terminada. Que alguien la termine. Pero sé que esa puta es tuya. Cada uno tiene su puta y en esos casos es algo interminable. Lo malo de la muerte de Fernán, lo que lo entristecía, era no encontrar amigos en el viaje. Las putas nunca tendrán ese problema. Ellas no creen en amigos, amantes, dineros ni viajes. Sólo en la blancura de sus dientes.