LA MANO QUE APRIETA

domingo, 11 de noviembre de 2007

oruzú

El oruzú ha sido correctamente digerido y hace cuestión de minutos, la arcilla trascendental ha encauzado su destino que vulgarmente se muestra mediante el circulo concéntrico y sin fin, pretenciosamente infinito. Catarata mediante, el resultado de ingerir alquitrán teatral y jugo de naranja se resuelve en la no memoria del materialismo pretencioso. Sin regurgitaciones, las nomenclaturas, las tipografías, incluso los cuerpos estampados en el asfalto luego de una caída libre de un mínimo de doscientos metros, aceptan la distorsión de las percepciones mundanas.
Así, cuando el rey increpa al general extracontinental, le dice moviendo sus mandíbulas como si fueran ascensores: "¡Le digo a usted que el oruzú, es regaliz!". Y sin aguardar respuesta, el rey sale volando por una ventana.

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