LA MANO QUE APRIETA

lunes, 12 de noviembre de 2007

gabardina

La rapidez del lápiz labial es una caminata siquiera tan larga que anda sobre los mares. Por lo tanto las medias de seda suben hasta el cogote pues si de flotar se trata la vieja matraca de madera surca cielos y mares, traca-traca, resucitando amores olvidados en las distancias alargadas.
La hostia de mi primera comunión fue un sanguche de crudo y queso. Le decían: "primera comunicación" y consistía en ponerse un trajecito nuevo para visualizar imágenes. En vez de vino o sangre, me dieron café con leche pues necesitaba alimentación. Jugo de carne de postre.
El lápiz labial fue lo inmediato desde las oscuras sacristías, sabiendo que afuera estaba la gabardina.

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