LA MANO QUE APRIETA

miércoles, 7 de noviembre de 2007

isla

Llorarlo a Calle o resucitarlo. Varias veces me convertí en él después de él. Dos veces en mi vida estuve en una isla del mar Caribe. Las dos veces estuve allí con Calle. Calle fue la isla y la isla fue Calle. Las dos veces él me habló y yo anoté su decir. Las dos veces, luego de unos tres meses juntos, me hechó. La primera vez me señaló el norte haciéndome encargos centroamericanos, y la segunda, su índice apuntó hacia el sur, hacia la casa de mis padres en el barrio de Flores de la ciudad de Buenos Aires. No siempre hablábamos, la mayoría del tiempo compartido, nos mirábamos a las almas, y sonreíamos con amor y viento.

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