LA MANO QUE APRIETA

domingo, 22 de junio de 2014

soberana pelotudez

El contenedor solía desplazarse (o lo desplazaban) por las noches.
Al nuevo amanecer, el aparato nunca estaba donde había estado. Aunque sus estadías repetían lugares e incluso podía suponerse intercambios. Que el contenedor de hoy no era el mismo que estaba ayer. El que de vez en cuando apareciera quemado (derretido y humeante), llevaba a esas suposiciones (sagacidad de todo aquel que en vez de icinerar sus afanes, intimamente, los repartía por las calles).
Los desplazamientos de los contenedores con toda la barbarie que implican: explosiones, fusilamientos, arrebatos, envidias... Ahora suceden durante el día, a la vista de todo el mundo y llama la atención como la gente asimila este fenómeno extraordinario de forma cotidiana , elogiando pelotudeces los unos con los otros.

comentarios:

Los contenedores municipales tienen un rescate económico al ser reducidos como material plástico. Derretidos y soldificados en panes.