LA MANO QUE APRIETA

viernes, 21 de marzo de 2014

hablar demasiado en la iglesia vacía

Puntillismo es una técnica literaria que consiste en oprimir las teclas con un alfiler. Es mecanográfica, no manual, no es para pintar nombres en las paredes con sangre o con mierda.
También el timbal americano interpretado con uñas puntiagudas en lugar de las varitas duras. En costura, es la puntada que aunque sin hilo, dibuja simultaneidades pasadas y futuras. Por ejemplo, una larga conversación mientras putrefacciones se secan entre mariposas revoloteando.
Uno, a destiempo, no sabe qué decir ante los semejantes que aparecen con definiciones y sabidurias, entonces, entre los espacios blancos, apunta con los dedos índices alfilerados y en vez de teclear, firulea, no imprime ni oprime pese a las agresiones, metafóricas por supuesto, como cualquier odio o brujería de vecino.

Cajón para "o porco". Casa de O Garrido.

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