LA MANO QUE APRIETA

martes, 10 de septiembre de 2013

tangencial

De un sitio a otro sin saber porqué.
Inevitable bondad de extremos extremados, a veces miles de miles  de millones de dólares como si los dólares tuvieran algo que ver con la superposición de imágenes que deambulan por la pecera de colores por los desnudos culos de la humanidad, desnudas narices de los osos hormigueros atiborrados de cocaína y cariño exagerado. Ver si se justifica o no lo que se escucha por todos lados, lo que se silencia por todos lados a través de transmisores de litio, de empanadas de morcilla.
Lecturas de Victor Hugo a los gritos: "¡Dejame terminar! ¡Dejame terminar!" Terminar de leer -por ejemplo- "El hombre que ríe" mientras circunstanciales interrumpen.

Vero caffè espresso.

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