LA MANO QUE APRIETA

viernes, 13 de septiembre de 2013

Buenaventura y el ablandador de zapatos de Buenos Aires.

Sería 1970. Marta y yo llegamos a Cali y no encontramos a nadie: Todo el mundo estaba en Bogotá o en otro lado. De carambola embocamos a Enrique Buenaventura que estaba por viajar a Bogotá. Entonces toda la tarde nos llevó de bares, charlando y rememorando. No teníamos plata y Buenaventura nos dejó viviendo en su casa durante una semana mientras iba a la capital de Colombia y volvía. Cali era lindo. conseguíamos pan de bono y jugos de frutas, y dormíamos en lo de Buenaventura.
En uno de sus recuerdos de viaje, el hacedor de teatro nos habló de Buenos Aires adonde estuvo durante la década de los cincuentas, habló -con asombro- de los cambios de clima durante un mismo día, y recordó a un compañero de cuarto de pensión, que tenía pies monstruosos y que por las noches hacía ruido caminando. El hombre trabajaba amasando zapatos nuevos que compraba alguien y que contrataba a este hombre para que los ablandara.

Edición argentina de "los cantos de Maldoror" con prólogo de Ramón Gómez de la Serna, de 1941. Ejemplar que debió haber andado por las librerías de Buenos Aires cuando Enrique visitó la ciudad.

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