LA MANO QUE APRIETA

domingo, 7 de abril de 2013

Borrá todo

Trato de borrar secretos modernos y reaparecen en la web secretos antiguos. Esos que en realidad no están olvidados pero que mientras estaban en la papelera parecían no existir.
Había una vez un confesionario de campaña en los montes galegos ourensanos, donde era costumbre que el confesor luego de oir la confesión, en vez de dar oraciones como penitencia, exclamaba: "¡Fillo de puta!" y descerrajaba un balazo en la cara del penitente. A veces el arrepentido lograba bajar la cabeza a tiempo como para que la bala solo le arrancara algo de masa encefálica, cuero cabelludo, o que ni siquiera lo tocara. Entonces el confeso agradecía a Dios y se sabía perdonado. Como sea, estas confesiones quedaron en la red informatica mundial de un mundo muy humano.

Cancerberita. 1998.-

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