LA MANO QUE APRIETA

miércoles, 17 de abril de 2013

acullá

los textos paralelos suceden no al unísono. Uno es acá y el otro, maracuyá. El circuito eléctrico responde a las pelotudeces y al enterramiento de dedos en la arena. En ambos lugares se plantean inicios sucediendo finales. La apertura ajedrecística se cose con aguja e hilo, pues así se divertían las tres Parcas en los viejos conventillos de La Boca. Sucede también con los vasos de vino: sus diseños confunden y beberlos por separado es un egoismo que se desencuentra. El paralelismo es un sueño infinito, cruel.

Cíclope. Bajorelieve. 1999.

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