LA MANO QUE APRIETA

viernes, 1 de febrero de 2013

la mano en la lata

Te decía que, yo, pese a que nunca llegué a ser presidente de ningún país por los que anduve, no por eso deje de meter la mano en la lata, e incluso varias veces me pescaron. ¿Viste? Uno toma confianza y cuando te pensás que estás disfrutando de todas las bendiciones de Magoya, resulta que hace rato estás bajo la mira de la CIA y de toda la maroma hormigonada de la "inteligencia global".
Mayormente yo metía la mano en los supermercados de aquel entonces y las latas en si, las latas llenas de elixires extraños y peligrosos, me cortaban los dedos. Si habré ingresado en monumentales envases de aceite de oliva, a puñetazos con guante de malla de acero y entonces, las batallas campales qué se armaban contra los organismos de seguridad...
Al extraordinario Uviedo le gustaba el poder y en Guatemala, me dijo: "Vos, andate cerca que en cualquier momento cazo la presidencia de un paisito destos y hacemos lo que queremos".
Jamás se me ocurrió competir con Uviedo. Jamás apunté a presidencias de paises, me conformé con supermercados en el andar.

Henri Cartier-Bresson. 1938.-

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