LA MANO QUE APRIETA

viernes, 9 de noviembre de 2012

el Borges robado

Al principio, que robaran alguno de mis trabajos me parecía positivo, pues no dejaba de contener una apreciación notable del ladrón que se arriesgara para hacerse de alguna de mis esculturas.
La realidad pateó en contra. Primero aparecieron dos tanos medio argentinos, "amigos" de Berlusconi, me dijeron: "Somos apreciadores de tu arte", propusieron exposiciones en Italia, y me afanaron obra al rolete. Mandaron una carga a Europa (la cabeza de la ilustración, dentro) y se desentendieron dejándome una propuesta tipo: "Cantale a Gardel". Después apareció un galerista orgulloso de su fama de "lavador de dinero". Dijo: "Voy a llevar tu obra a Miami". Hace dos años vendió un "Borges leyendo" y al día de hoy sigue diciendo que "lo están viendo", se tragó la guita. El último que me cayó en gracia fue el director de un "museo" con nombre raro. Dijo que se había "enamorado" de una de mis esculturas y me propuso el canje de un libro a color por escultura. Hace cosa de un año que tiene mi escultura en su poder y en cuanto a la edición del libro, dice: "Ya está todo. En cualquier momento imprimimos". Y no imprime ni a cañonazos.
Se trata de un conjunto de curiosos desgraciados que  teniendo buenas posibilidades económicas, eligen a un simple boludo, para cagarlo.
Tal vez, ese sea el extraño camino que toman los objetos de arte para irse a la puta que lo parió. 

2 comentarios:

Una escatología curiosísima.

Qué gente mal parida!