LA MANO QUE APRIETA

lunes, 1 de octubre de 2012

Henz invitaba

Compartimos un hotelito en San José de Costa Rica en 1974. Henz era fotógrafo y yo actor y nuestras habitaciones confluían a un gran patio tropical y nos reuníamos en su espacio a beber, jugar ajedrez, fumar marihuana y soñar.
Yo le provocaba alegría a este joven alemán y entonces él me invitaba con propuestas, algunas ahí cerca de donde estábamos: "Ven a buscar tesoros bajo el mar. Tengo un amigo capitalista que me financia un bote y un miniejército. Ven a recorrer el Caribe y bucear". O: "Vamos a cazar cocodrilos para vender sus cueros".
Henz había estado en África y allí estaba el carozo de su ilusión: "África es un país a tu medida. Tú vas caminando y a tu paso hay árboles. Comes sus frutos y son dulces y... ¡alucinógenos! Acompáñame que conozco un rey amigo que quiere hacer una revolución -nuevamente citó a su capìtalista alemán que pondría la guita para las herramientas- Ven ¡Vamos a ganar una guerra!"...
Soñábamos a través de noches plenas de luna y putas hermosas.

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