LA MANO QUE APRIETA

sábado, 29 de septiembre de 2012

¡Sotreta!

Cuando más hacen falta las palabras, no las hay. Parecían ser grátis pero resultaron ser los patrimonios más costosos de la humanidad. El asunto de la poética es furibundo, casi un gerundio. Las diferentes acepciones y funciones, quedan fuera del banco y de la banca, es difícil asentarlas pese a los morteros que se usan para apisonarlas, amalgamarlas pensando en comer algo. Se ve en cualquier plaza pública: las palabras quedan a ras de tierra, sobre el pasto y es imposible colocarlas en asiento humano, sea éste de hormigón o de madera.

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