LA MANO QUE APRIETA

domingo, 1 de julio de 2012

Siempre le hice caso a Mario Trejo

Hay momentos en la vida, imprevistos o previstos, donde alguna entidad oficial o particular, lo somete a uno a secuestro, violación, asesinato...
Esos momentos son ideales para hacer el teatro que me inculcara Mario Trejo en el Di Tella: concentración, fijar la mirada en un foco inexistente y dejar que la mente se borre y se ilumine. Llegar a la nada sin que los estímulos exteriores afecten en algo. Luego de la concentración sucede la catársis, o no.
Asimismo, los puñetazos y balazos de la circunstancia, suceden o no.

Mario en una foto de prensa.-

0 comentarios: