LA MANO QUE APRIETA

sábado, 14 de abril de 2012

la abuela se mantiene sobre las variables edilicias

Sea la huevada que sea, hay una actualización que vive durante el tecleo. Después la maravilla del mundo: las cataratas del olvido.
Hace cosa de cincuenta años, un discípulo de Omar Viñole postulaba limitar la vida humana hasta los 60 años y se conformaba con una justificación filosófica al respecto, mientras la alquimia multinacional se ocupaba de estirar las duraciones biológicas.
Sea la huevada que sea, las variables son insospechadas.
Recuerdo de mi niñez, una abuela gallega en casa de unos tíos gallegos. Para ver a esa abuela había que recorrer un larguísimo pasillo y en la última habitación, en penumbras, estaba la abuela envuelta en telas negras, reposando en una hamaca quieta. No hablaba. Ni siquiera miraba al visitante que podía ser tanto un pariente como un ladrón. Esa abuela cuya historia de vida desconocí y que se mantuvo incólume (centenaria con yapa) mientras otros parientes morían como moscas, era una momia que asumía su eternidad en las profundidades de un viejo caserón del barrio de Palermo.

comentarios:

Hay abuelas y abuelas. La mía tiene 94 años. Hace la comida, lava la ropa y lava las escaleras.