LA MANO QUE APRIETA

jueves, 12 de abril de 2012

helicópteros y catapultas

Ya lo dije en otra oportunidad (1994) "mi intención no es agarrar al toro por las astas, sino por el culo".
Hoy me mantengo en el mismo tesón. La tarea es ardua y riesgosa. Los anales forenses están colmados de personajes que intentaron algo parecido. No quiero decir quel toro implicado sea el símbolo de un poder inamovible. Todo lo contrario. El toro es el símbolo excelente de la víctima, de la ofrenda, de la inocencia avasallada. Sus testículos se asan a la parrilla.
Intentar agarrar a la pureza por los cuernos o por el culo, es un error. Pues, suponiendo que uno llegué a dominar al toro y lo revolee como boleadora... ¿qué?
Ni el símbolo ni el intérprete del símbolo, viven más de la cuenta, aunque estiren la piola.

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