LA MANO QUE APRIETA

domingo, 19 de febrero de 2012

fin de semana largo

Lo bueno es no entender. Los sueños son libres aunque las aguas hiervan. En el preamanecer soñé que vestía sandalias, pantalón y camisa de manga corta. Los espacios estaban libres de objetos, y escaleras y pasillos llevaban a ambientes recurrentes donde coincidían personajes que me aceptaban como visitante o que me conocían de antes. El lugar era marítimo y llovía. Llovía como llovía en realidad mientras soñaba.
Los quehaceres del sueño hicieron que me despojara de mis ropas en función de alguna situación ambiental que asumí.
Cuando decidí emprender el regreso a casa, usar algún medio de transporte, y yendo a ello avanzé por calles mezcladas con médanos de arena, me dí cuenta que solo vestía calzonzillos.
Regresé al carozo del sueño y pregunté por mis ropas a los habitantes, estos sonrieron y dijeron desconocer esas cosas. Las busqué y no las encontré. No me angustie por la situación porque los soñados eran amables y contensiosos.
Repentinamente me ví vestido con un poco más de abrigo que cuando llegué (un buzo sobre la camisa). Había refrescado. Llevé las manos a mis bolsillos y comprobé que en uno tenía dinero y en el otro las llaves de casa. Dinero y llaves: los símbolos de mi esclavitud rentada.
Desperté y seguía lloviendo.

Foto Laura Aparici. Atorrando en la terraza. 1996.-

comentarios:

La clase media actual global, en estos momentos históricos, se está reencontrando con su situación de esclavo real. Situación que se agudiza hacia la peor esclavitud, por la escaséz de la materia prima.