LA MANO QUE APRIETA

miércoles, 9 de noviembre de 2011

lo mio es tuyo

El sentimiento de propiedad es un acto desesperado ante la existencia. En base a ese equívoco, se afirmaron la mayoría de las organizaciones humanas. Juramentos sobre papeles firmados.
Hubo un matrimonio que fue mi vecindad histórica. El hombre era sastre y confeccionó el traje que mi padre usó para la boda de mi hermano. La hija del matrimonio se casó y tuvo una hija (nieta de los propietarios originales). El matrimonio era muy celoso de su propiedad y pasaban los años haciendo mantenimiento y reformas al edificio. La casa era un continuo ornamento lustrado y adorado. La Muerte fue la escribanía. Primero murió la hija, luego el sastre. Quedó la mujer y su nieta. La nieta se casó con un marido de tamaño grande. La vieja dueña de casa fue envejeciendo, enfermando, deteriorándose. Todos los cumpleaños de Lola, se acercaba para hacerle un regalo a la nena. Mientras tanto el marido de la nieta tomó el timón de la propiedad. El otro día pasó por esa casa, la Muerte, y disimuladamente se llevó a la vieja vecina en una ambulancia sorda.
El marido de la nieta se afianzó en el timón y a Lola no le van a hacer más regalos.
Uviedo en Ciudad de Méjico en los setentas, en los bosques de Chapultepec, montó un espectáculo teatral titulado "Tu propiedad privada no es la mía" con textos de Marx y Engels.

Mi padre (el de la izquierda) en algún lugar de Punxin, poco antes de venir a América.

3 comentarios:

Si una persona tiene que escoger un lugar donde se sienta segura, sin dudas eligirá su propia casa donde se podría movilizar a oscuras. Sin embargo ese lugar es donde a esa persona la roban, le rompen el culo y la matan.

En vez de robarte a los balazos, te aumento el impuesto a la propiedad y me resultas más redituable durante la estadía.

A fin de cuentas, decía un amigo, lo único que uno realmente puede llamar propio es el cuerpo con el que necmos. Y al final hay que devolverlo.