LA MANO QUE APRIETA

martes, 15 de noviembre de 2011

la demasía

Sentar cabeza cansa, pues el culo ocupa su lugar pensante.
También la aventura cansa. La cotidianidad de lo extraordinario si bien fascina en sus primeros resultados, termina pudriendo en su monotonía.
Será que uno no sabe ocupar las circunstancias de la vida. Será que siempre se depende del entorno. O no.
Cuando el divertimento no es fingido hay perversión, glorificación de las artes y los avatares que nunca resultan como se desea.
Miseria y riqueza son símbolos intercambiables entre infantes que juegan a la bolita.
La concha de la lora es un símbolo no intercambiable que confluye en el estallido de la guerra humana. Mandar a la reputamadre que lo parió al circunstante más cercano, es cortesía.
Curiosamente sobre el pucho, no bien terminé el tranvía, vendí por Mercado Libre tres libros sobre tranvías, que había subido.


Motorman del tranvía 2011.

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