LA MANO QUE APRIETA

viernes, 5 de agosto de 2011

La Bizca.

En un reciente comentario que hice en un blog magallánico, decía que la senectud me tenía jugando con la muerte, al estilo (influencia) de El Séptimo Sello de Bergman e incluso como en All that Jazz de Bob Fosse, y que en mi caso la muerte era un travesti con el aspecto de Caroll Baker en Baby Doll y que la apuesta radicaba en quien eyaculaba más lejos. La situación se desarrollaba en el hangar que hice construir en el fondo de casa para trabajar escultura.
No fue una imagen feliz, si bien la muerte está ligada al sexo, esta imagen, proveniente de mi parnaso infantil, no me representa. En todo caso la situación sería la del infante que se agacha y se mira el culo ante un espejo gigantesco y allí ve su destino y su muerte.
Además es mentira. No estoy apostando ni estirando nada con la muerte. Conmigo esta señora siempre fue una compañera confiable y de respeto.
Sucede que cuando hice a La Bizca de Roberto Arlt, alguien se la robó (estaba a la intemperie en el Paseo La Plaza) y la Bizca es la muerte de Erdosain. Erdosain coje con ella, la mata, sueña y se suicida. Este personaje de Arlt que cada tanto aparece en mi vida real, sería mi compañera natural de juego.
Esto es irreal y literario, profético. Como mi hangar, donde no está ni la Bizca (nótese que no construí una bizca, sino una cíclope) ni el gigantesco espejo.

La bizca. Escultura-maceta. 1994.