LA MANO QUE APRIETA

sábado, 23 de abril de 2011

Acerca del grosor de los soretes






En el niño y la niña, llama la atención el grosor desmesurado de sus excrementaciones. La juventud y la madurez, mantiene esa volumetría -esa soltura- del cagar. La energía humana, la genética, la sexual, se percibe cuando la mierda es olvidada en el camino o servida en inodoros que no funcionan. El espectador casual destos materiales asombrosos generalmente no olvida lo que ve y construye mitologías acromegálicas. En cambio en el geronte es otro el cantar, se angosta el diámetro de sus deposiciones. El viejito y la viejita son de hilar fino. Ay de aquellos ancianos que ingieren quesos costosos y luego rompen sus culos buscando alivio digestivo.

La capacidad de apertura del ojete joven coincide con la actitud del ser que enfrenta la eternidad con el ímpetu del que ve que todo está por delante suyo. En cambio, la persona mayor, angosta su esfínter así como ajusta su espíritu a su circunstancia existencial.
El dicho popular "Que te garue finito" es un remedo del consejo con contenido social: "Andá a cagar finito".

2 comentarios:

Soy una convencida que la excreción humana está directamente ligada a la espiritualidad humana.
La escatología es una sola.

Tiene esto algo que ver con el grosor de las excrementaciones?