LA MANO QUE APRIETA

lunes, 6 de diciembre de 2010

el mundo propio


Entre el sueño y el terreno, hay una vigilancia. Conexión de anormalidades que nunca se definen como propias o ajenas pero que mantienen una sorpresividad cotidiana.
Cuando despierto no se quién soy y entiendo que nadie lo sabe. Se parece al susto que se sufre ante la conciencia de ser fusilado sin que la fusilación se haya llevado a cabo. Kafka lo cuenta en "la metamorfosis". Sorprende verse convertido en cucaracha, avergüenza. Sin embargo uno siempre fue esa cucaracha vieja que amanece. Samsa teme la confrontación social y sin embargo los blatodeos de tamaño humano ocupan los asientos del transporte público con la naturalidad más pasmosa, centrados en sí mismos, tanto en la ciudad como en el campo, engullendo galletitas sin sal, soplando gases internos, siempre embutidos en vestimentas varias. Al respecto, Sergio Mulet era un reconocedor de blatodeos y solía saludar: "¿Qué hacés? ¡Cucarachón!"
De todas formas la asunción terrenal cambia los colores de la percepción y el entorno, y uno mismo parece ser quien era y estar donde estaba. Por eso los espejos, que a veces son los ojos de otra persona, llevan a otro mundo.

Topografía del Infierno. Antonio María Nardi. 1953.

2 comentarios:

Es todo un tema el de la familia blatidae,y no son pocos,los que quieren eliminar a este noble insecto,con todo tipo de geles,insecticidas,y pequeñas trampas caseras.Pero ellos siguen firmes,somo si nada pasara,al contrario,parece ser que las pociones que reciben fortalecen su sistema limbico y tienen sueños orgiasticos,lo que permite,que en graves actos de indecencia,copulen como desaforados,al ritmo del cha-cha-cha-

La superioridad biológica de las cucarachas, deja a la humanidad con todo su desarrollo tecnológico, como un pequeño sorete en medio del paisaje.
Salute, anónimo.