las afinidades naturales
Roberto Páez me decía que ha medida que la biología seguía su curso, se olvidaba cada vez más de los deberes que se imponía de un día para el otro. Seguía sabiendo quién era pero los menesteres inmediatos, esas diminutas revoluciones cotidianas, iban directamente a su papelera de reciclaje íntima.
"Será el alzheimer... No lo sé. Pero olvidar boludeces, es maravilloso. Más que una enfermedad, parece un premio".
Con humor, Roberto fue un maestro natural al que siempre acepté como tal.
Así aprendí de él, importancias que no me dijo. Como ser lo imprescindible de animarse a dar la vida por lo espontáneo.
Un día hablábamos por teléfono. De pronto desde el locutorio vi pasar por la calle una figura fugaz, incierta, de mi pasado. Quedé mudo. "¿Qué pasa?". "Nada. Acabo de ver pasar un fantasma". "Andá ¡Corré tras él!".
Collage. 1981.
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