LA MANO QUE APRIETA

sábado, 2 de octubre de 2010

Curioso.


Nestos últimos años dejé de comprar libros para vender. Los compré para comprarlos.
Usé calzoncillos de verano durante los inviernos.
Dejé de comprar maravillas por toneladas y materias primas por miligramos.
En el espejo encontré un desconocido:
-¿Se acabó la plata?
-No queda un mango.

Collage. 1981.

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