el mago Merlín
Antonio me dirigía hacia el mago Merlín, hacia Cunqueiro. Castelao mediante.
Los hice mis amigos (de Merlín ya lo era) y me comuniqué con ellos como tales y como símbolos protectores. Junto a ellos ahora está el mismo Antonio que seguramente se encontró con el gallego Rodriguez, el viejo bibliotecario del Centro Gallego. Cuando murió Rodriguez, Antonio me dijo: "Mirá, si hubiera "cielo", el gallego Rodriguez iba allí como balazo".
El diálogo que pude tener con ellos, siempre quedó bajo mi absoluta responsabilidad. Siempre los necesité y busqué su consejo, y el consejo de los muertos nunca fue para los vivos y sus circunstancias. Por eso Antonio era mi referente, mi faro en medio de la oscuridad. Hablaba con él, y su sinceridad y conocimiento, allanaban las obstrucciones.
Ahora Antonio está con Merlín. Y el panorama de los que quedan alrededor de mi tiempo, es más para el rechazo que para la consulta y concertación.
Será que siempre estuve solo y Antonio se daba cuenta...
Empiezo con la vida de Antonio.
Palabra milagrosa y extranjera, "vida".
Merlín, que es un anarquista peligroso, me aconseja agarrar al toro por los cuernos y no por el culo como yo tiendo a hacer. Me indica ir más hacia la metáfora, que al documento. Entiende lo que quiero hacer y le da risa.
Merlín fotografiado en una de sus encarnaciones terrestres en los alrededores del Centro Gallego de Bs. As. durante los cincuentas.
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