LA MANO QUE APRIETA

lunes, 27 de septiembre de 2010

el mago Merlín


Antonio me dirigía hacia el mago Merlín, hacia Cunqueiro. Castelao mediante.
Los hice mis amigos (de Merlín ya lo era) y me comuniqué con ellos como tales y como símbolos protectores. Junto a ellos ahora está el mismo Antonio que seguramente se encontró con el gallego Rodriguez, el viejo bibliotecario del Centro Gallego. Cuando murió Rodriguez, Antonio me dijo: "Mirá, si hubiera "cielo", el gallego Rodriguez iba allí como balazo".
El diálogo que pude tener con ellos, siempre quedó bajo mi absoluta responsabilidad. Siempre los necesité y busqué su consejo, y el consejo de los muertos nunca fue para los vivos y sus circunstancias. Por eso Antonio era mi referente, mi faro en medio de la oscuridad. Hablaba con él, y su sinceridad y conocimiento, allanaban las obstrucciones.
Ahora Antonio está con Merlín. Y el panorama de los que quedan alrededor de mi tiempo, es más para el rechazo que para la consulta y concertación.
Será que siempre estuve solo y Antonio se daba cuenta...
Empiezo con la vida de Antonio.
Palabra milagrosa y extranjera, "vida".
Merlín, que es un anarquista peligroso, me aconseja agarrar al toro por los cuernos y no por el culo como yo tiendo a hacer. Me indica ir más hacia la metáfora, que al documento. Entiende lo que quiero hacer y le da risa.

Merlín fotografiado en una de sus encarnaciones terrestres en los alrededores del Centro Gallego de Bs. As. durante los cincuentas.

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