LA MANO QUE APRIETA

martes, 30 de marzo de 2010

Midnight cowboy of London.





Sobre las variaciones de la pesadilla, el zoólogo Rossi era versado y tuvo el acierto de recomendarme la lectura del libro que el biógrafo de Freud, Ernest Jones, escribiera sobre el tema "On Nightmare". Me indicó el generoso capítulo que se explayaba sobre el vampirismo, con una advertencia: "Recuerde Novoa, que el vampirismo siempre está considerado desde el punto de vista sicoanalítico, lo cual es pobre, pero el texto está colmado de datos útiles".
Personalmente, el zoólogo prefería a la yegua nocturna por encima del vampiro o del licántropo, como visitación nocturna inquietante, y yo reconocí a mi pesadilla reiterada durante mi niñez y adolescencia, en la bruja de "Blancanieves" según Walt Disney (me hacía cosquillas en las axilas con uñas largas).
Por supuesto, la pesadilla de nuestras vidas, de nuestros sueños, siguió siendo inexplicable. El zoólogo y yo coincidimos en que cuando surgía el terror nocturno, en vez de rechazarlo, había que ir a él, y esas acciones tuvieron algo destellante, fortísimo.
Hace cosa de 15 años, el zoólogo se durmió para siempre y me dejó sin saber soñar como él supo hacer.
Así es que generalmente despierto antes de amanecer y a veces cuento sueños.

Lon Chaney en "Midnight cowboy of London" (el error del título de la película, es exprofeso). Foto archivo Mendoza.

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