LA MANO QUE APRIETA

miércoles, 17 de marzo de 2010

la hora del lobo

Pasaron las tres de la mañana y van a ser las cuatro.
Según Bergman esta es la hora del lobo, el horario en que el Mal se libera entre los humanos, sea donde sea que suceda esta cronología horaria.
En 1968 habían estrenado la película de Bergman en Santiago de Chile, y Marta y yo estábamos recién salidos de Buenos Aires, viviendo en casa del pintor chileno Rasputín. El pintor nos despertó alucinado a esa hora diciendo que había fantasmas en el jardín. Que alguien había entrado por la ventana de su dormitorio y lo había estado mirando a la cara mientras dormía.
Fue una noche terrorífica, guarecidos los tres con cuchillos y vasos de vino en las manos. De pronto se cortó la luz de toda la casa. Hubo velas encendidas, los cuchillos eran de cocina, el vino era como el oxígeno, rememoraciones de la película de Bergman, sudores helados, crispaciones vertebrales. Mirando a la luz de las candelas si alguien gesticulaba del otro lado de los vidrios.
Supongo que dormitamos los tres como niños asustados.
Entonces llegó el amanecer, un amanecer bellísimo que despejó fantasmas y terrores. Reímos felices y acordamos volver a ver la película de Bergman, con más vino del que vendían ahí nomás, de un barril de madera.

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