LA MANO QUE APRIETA

sábado, 6 de febrero de 2010

Hugo Vera murió.

Una muerte anunciada y sorpresiva.
Hugo comete un suicidio virtual. Hace miles de años que no nos veíamos cuando el parque Rivadavia y los libros (fines de los setentas y comienzos de los ochentas).
Repentinamente, gracias a su memoria, desde el 2007 hicimos comunicación internética. Él me impulsó a construir este blog y desde aquel entonces, nuestra comunicación virtual, fue diaria. De pronto, hoy, se despide de mi y de todos por medio de un correo más. Un correo con un documento para abrir donde hay una carta de despedida a su hijo, prometiéndole estar siempre junto a él. Yo le contesté como si su actitud fuera intrascendente, le contesté snobísticamente, le contesté aceptando lo que fuere.
Estamos muy conectados blogísticamente, geográficamente lejanos.
Supongo que Hugo murió de amor
de "mucho por ver"
de "ojalá sea mentira".
Murió para confirmar sus metáforas.
Su muerte libera a los que permanecen cansados de sufrir y amar, cansados de no saber amar y de no saber sufrir. Su muerte me deja en pelotas.
Ojalá que todo haya salido mal.

comentarios:

Han de ser la titilaciones del amor, cuando todo se centra en un deseo bueno o malo.
El amor no debería matar, a lo sumo asumir sus consecuencias en la ecología actual.