LA MANO QUE APRIETA

miércoles, 27 de enero de 2010

El resto es breve.

Hablar o escribir.
Recuerdo el efecto que me produjo un poema de Borges publicado durante los primeros ochentas en el diario Clarín. Recuerdo el efecto, no el poema.
Me cambió la vida. Como que un dial, sorpresivamente, me comunicó con una percepción atemporal clara y diáfana, me sobrevino una explosión de lucidez, por lo menos desde Boyacá y Gaona que fue donde abrí el periódico y descubrí el poema, hasta lo que nunca se sabe.
Consecuentemente, se escribe tanto pero tanto, y se lee tanto pero tanto, que todo ha de ser cierto, aunque no se ilumine siquiera un cacho de ciudad por ello, pues: "nadie lee ni escribe", o: "alguien escribe y lee".
El carozo es simple y tiene don de vida y don de muerte. No se si digo las palabras correspondientes, me refiero a la sensibilidad humana por encima de las historicidades que acontecen.

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