LA MANO QUE APRIETA

jueves, 3 de diciembre de 2009

Dela terraza de la calle Chile.




Por aquelos anos, cando eu era neno, el alemán Widell, inquilino del tercer piso, agradecido por los servicios de mi padre, le regaló una antigua fuente italiana de piedra.
Mi viejo, rápidamente la instaló en la parte trasera de la terraza adonde vivíamos, delante de los maceteros con árboles frutales y en medio del gallinero aéreo, en el que los gallináceos se creían cóndores y se suicidaban arrojándose desde las monumentales alturas de aquellos siete pisos.
Tiempo más tarde el señor Widell se vació la cabeza de un balazo (dos balazos, porque usó un arma automático que siguió disparando mientras el dedo estuvo apretado) y otros inquilinos le pidieron a mi padre que interrumpiera el abastecimiento de agua de la bella fuente italiana, y que deshiciera el gallinero. A poco de la caída de Perón, los inquilinos compraron los departamentos que alquilaban y le dijeron a mi padre que "para los momentos libres" le iban a comprar un traje para que se mantuviera uniformado en la puerta de entrada del edificio. Mi padre les contestó: "Antes muerto que payaso" y nos vinimos a vivir a Flores, y la bella fuente italiana quedó en la terraza.

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