LA MANO QUE APRIETA

domingo, 29 de noviembre de 2009

Yo, profeta apocalíptico del siglo pasado.


Mi libro sobre el Apocalipsis se publicó en Méjico, creo que en 1973. Yo había dirigido un espectáculo teatral en la sala universitaria de los bosques de Chapultepec, titulado "666", donde terminaba la función partiendo a machetazos la cabeza de un cordero y bendiciendo con su sangre las caras de los actores. Durante el discurso escénico se escuchaban textos del libro final de San Juan, de Eliphas Levi, etc. Pero como los actores disponían de libertad expresiva, se la pasaban rajando puteadas en mejicano, que era lo que más le llegaba textualmente al espectador.
Como me había armado de un buen registro apocalíptico, le dí forma de libro, le puse una serie de capítulos con títulos, tipo: "Los comics, la prensa y otros apocalipsis", "Carta abierta a los profetas", "El apocalipsis según Quevedo", etc. y un nutrido diccionario apocalíptico...
Llevé el engendro a la editorial Posada. A los editores les gustó y me lo compraron. Me dieron 500 dólares de aquel entonces que me alcanzaron de sobra para comprar un auto y luego 500 dólares más en concepto de "regalías". Imprimieron 40.000 ejemplares y a la semana cuando fuí por las "regalías", se habían vendido 20.000 (el 50%). Puse cara de asombradado feliz, pero el pagador congeló mi sonrisa: "¡No hombre! ¡Tu libro anduvo mal! Acá no podemos bajar de una venta del 75%".
Cuando Andralis en Buenos Aires, vió el libro en 1978, quiso editarlo relacionándolo con los conflictos internacionales del momento, pero nos demoramos meditando y la Gran Hecatombe pasó de largo.
Hoy se anuncian fechas apocalípticas muy humanas, parecidas a la concertación de una Olimpíada internacional.
Incluso hay fechas exactas, de las que yo en mi libro no dije nada porque no lo sabía y ahora tampoco lo sé.
La dimensión de la cercanía fue definida como la construcción del infinito, en aquel cuento de Borges donde un fusilado divide continuamente el tiempo que la bala tarda en llegar a su corazón y entonces, la bala no llega ó tarda una división infinita en llegar.
La dimensión de la cercanía es buena para cumplir trabajos.

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